UNA RESTAURACIÓN OBJETABLE

A propósito del Hotel Francés, he querido mostrar una fotografía de la arcada que da al patio de la antigua casona colonial cuando estaba siendo intervenida (1995).

Después de no haber tenido en cuenta su existencia, tanto durante el proceso de planificación, como avanzados los trabajos, fue cuando se persuadieron de la existencia de tan vital elemento arquitectónico. Típico en las edificaciones correspondientes al Siglo XVI. Pero, como ya habían terminado la mayor parte de las obras, entre las que se encontraban los entrepisos, y continuaban ignorando la existencia de la doble arcada, después de aparecidos se vieron forzados a reconstruir los arcos, originalmente de piedra, de la planta baja, por otros de ladrillo.

Pero el atolladero no consistió solamente en esa pifia. Sino que, al reconstruir dichos arcos tuvieron que hacerlo rebajando el peralte, lo que los diferenció de los originales (en la fotografía, el segundo de izquierda a derecha es original). Lo que hizo cambiar el estilo original de la arcada, permitiendo que algo tan importante en las edificaciones que cuentan con estos elementos, no se correspondiera con lo auténtico. Lo que, para cualquiera cualquier entendido en arquitectura, constituye una afrenta imperdonable, además de un tremendo fracaso para los responsables.

Si a ese tipo de intervención es que algunos llaman restauración, lo mejor sería que se dediquen a otra cosa.

HOTEL FRANCES

Fígense en los escombros, que he llamado tardíos, ya que a la altura en que se econtraban los trabajos no era para que se encontraran ahí, como los que estamos viendo. Eso sucedió, precisamente, por el hecho de haberse despejado el muro que contenía la doble arcada, ya casi terminada la obra bruta. Otro elemento comprobatorio de lo que sostengo es el hecho de que todavía no se hubiere despejado el espacio en que se encontraba la puerta, en sustitución del último arco.

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HOTEL FRANCES (48)

Integrantes de la Oficina de Patrimonio Cultural (OPC) observando los desperfectos de la doble arcada, durante el proceso de la intervención del Hotel Francés, por cuenta de la compañía ACCOR. Cuyos trabajos fueron dirigidos por el Arq. Luis Lajara Solá, y supervisados por la OPC.

RECTIFICAR ES DE SABIOS

BUSCAN INCLUIR A ESA CIUDAD DENTRO DE LA OFERTA TURÍSTICA DOMINICANA

Gobierno iniciará a través de Mitur restauración de La Vega Vieja

Administrativo de la PresidenciaAméricaDanilo MedinaJosé Ramón PeraltaLa VegaLa Vega ViejaMinisterio de TurismoMiturMuseo del Carnaval VeganoMuseo del Inmortal VeganoPlaza Juan Bosch

17 julio, 2014

“El Ministerio de Turismo (Mitur) será la institución encargada de la restauración de La Vega Vieja, la primera ciudad construida por los españoles en América, según anunció el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta.

Peralta dio a conocer la información al participar junto al presidente Danilo Medina en el primer picazo del proyecto de transformación urbana de la ciudad de La Vega, obra que se estima estará terminada a finales del 2015 y tendrá una inversión total prevista de RD$1,096 millones.

“Tenemos la necesidad de diversificar la oferta turística dominicana y nadie está mejor posicionado para liderar este cambio que la provincia y la ciudad de La Vega con el atractivo natural de sus montañas, su rico legado histórico y su diversidad cultural”, declaró el funcionario.

El ministro, quien además es coordinador de la obra, explicó que el objetivo es lograr una ciudad más incluyente, transitable y atractiva, tanto para los veganos como para el turismo.

“Vamos a dotar a La Vega de nuevos atractivos culturales, históricos, deportivos y educativos”, aseguró. José Ramón Peralta anunció entre esos atractivos la creación del Museo del Carnaval Vegano, un conservatorio y la terminación del Museo del Inmortal Vegano, además de un nuevo mercado minorista y la construcción de la Plaza Juan Bosch a la entrada a la ciudad.”

Con esta noticia, el Ministro Administrativo de la Presidencia anunció que el Ministerio de Turismo se encargará de “restaurar” las ruinas de Concepción de La Vega, o La vea Vieja, destruida por un terremoto el 2 de diciembre de 1562.

A partir de entonces muy pocas manos han intervenido en las mismas. Lo que ha permitido que algún día las cosas se hagan como mandan los acuerdos internacionales, que en este sentido hemos subscrito.

No puedo dejar de confesar, que la noticia que acabo de señalar es anterior a la ofrecida por MITUR, y la que yo desconocía, al igual que la cantidad de disparates que se publican en nuestro país. Y que provocaron que publicara en mi blog, el día 8 de enero de 2015, y debería ser conocido antes de continuar. Ver el link que aparece a continuación.

LA VEGA VIEJA

Entiendo, perfectamente, lo que alegan funcionarios del presente gobierno, en que hay necesidad de diversificar la oferta turística. Pero, a que vienen ahora con algo que hubimos de iniciar en el 1967, cuando fue creado el programa de Patrimonio Cultural, entre otros motivos, para cumplir con las Normas de Quito: LOS MONUMENTOS EN FUNCIÓN DE TURISMO. Cuyo texto declara, al referirse a la Valoración Económica de los Monumentos dice: “Partimos del supuesto de que los Monumentos de interés arqueológico, histórico y artístico constituyen también recursos económicos al igual que las riquezas naturales del país. Consecuentemente, las medidas conducentes a su preservación y adecuada utilización no ya solo guardan relación con los planes de desarrollo, sino que forman o deben formar parte de los mismos.”

De las experiencias obtenidas por mi participación en la formulación de estas normas, y por la ejecución de proyectos que en tales sentidos logramos poner en práctica desde la OPC, hube de escribir varios artículos, entre los cuales titulé tres de ellos como: PATRIMONIO Y TURISMO BINOMIO DE DESARROLLO.

¿Con que otro motivo que no fuera rescatar nuestros monumentos y sitios, provino la idea de ponerlos en valor en función de turismo? Tales son los casos del conjunto urbano de La Atarazana, el Hostal Nicolás de Ovando, el Hotel Francés, y el apoyo que dimos para que se instalaran los restaurantes La Briciola, Pat´Palo, y tantos otros. Continuando, además, con nuestra colaboración a la creación del Hotel Palacio, la reapertura del Hotel Europa y, posteriormente, con una serie de pequeños hostales, y restaurantes en la Ciudad Colonial.

Señores del gobierno dominicano, estamos a tiempo de enmendar los desatinos formulados por ustedes, últimamente, mediante los cuales se ha pretendido obviar la existencia del organismo rector, encargado del tema que he venido tratando, insistentemente, al igual que las disposiciones legales que la sustentan, no obstante la indiferencia y el silencio demostrado por los responsables de ponerlos en práctica.

Decían los cómicos Pototo y Filomeno, que si se metía  la pata, y se sacaba a tiempo, se quedaba bien. Por lo que yo, ahora, de la manera más seria y respetuosa posible, digo, que estamos a tiempo de rectificar. Que lo necesario sería producir los cambios necesarios, tanto de procedimiento como de personal.

Y si lo que ha primado en tomar las decisiones comentadas consiste en la desconfianza que se le haya podido tener a la DNPM en relación a la administración de los recursos económicos, lo que no dejamos de entender, existen cantidad de fórmulas  para que se efectúen las combinaciones necesarias. Pero que por favor, se respeten las reglas del juego. Y no solo las nacionales. Que después del palo dao…..

Como es posible, que ahora, que finalmente se han dado cuenta de lo que hemos estado diciendo, desde hace tiempo, pretendan meter sus hocicos, como si se tratara de buscar setas en el monte. En que cualquier ingeniero supervisor se encuentre en capacidad de intervenir en algo tan especializado, y tan sagrado.

Pero lo que se ha estado demostrando es que ninguno de los políticos que nos han gobernado, últimamente, están en condiciones de meterse donde no los han llamado. Que de seguir como vamos, estoy dispuesto a provocar un escándalo internacional, mediante el cual se desenrede el bollo que han creado. Todo ello por intereses politiqueros, y deseos de perpetuarse en el poder, para seguir haciendo lo que han estado haciendo, desde hace algo más de quince años.

Si lo que pretenden es que se obvie lo de la Puerta del Conde, el Hotel Francés, o darle riendas al Arq. Moneo para que acaben de joder las Ruinas de San Francisco, las de La Vega Vieja, y sabrá Dios cuantas cosas más, haciendo y deshaciendo lo que les venga en ganas, con recursos facilitados por agencias internacionales de crédito, sin que hasta el momento hayan presentado un estado de situación, ni presupuesto alguno de las obras, no me quedan dudas, de que algo más que hablar y escribir tendremos que hacer.

COLEGIO DOMINICANO DE LA SALLE

La presencia en la República Dominicana de los hermanos de La Salle fue un sueño de Monseñor Adolfo Nouel que desde que conoció su labor en Cuba fue a visitarlos, en 1908, para que tomaran a su cargo el colegio Padre Fantino de La Vega. Pero no fue hasta el 22 de julio de 1933  cuando se embarcaron en La Habana los hermanos Armando, Lorenzo, Alejandrino, Nicet de Jesús y Adelino Miguel, fundadores del Colegio Dominicano de La Salle, de Santo Domingo, quienes se hospedaron en el antiguo Palacio Arzobispal, una casona colonial en estado ruinoso, y abandonada desde el paso del ciclón San Zenón, en septiembre de 1930. Se encontraba ubicada en la esquina suroeste de la intersección formada por las calles Padre Billini y Arz.Meriño, según narración del Hermano Alfredo Morales, historiador de la Obra Lasallista en las Antillas.

CALLE PADRE BILLINI

Y fue, precisamente, en esa casona colonial, algo rehabilitada, donde fundaron el colegio el 18 de septiembre de 1933, los 5 primeros Hermanos, y se mantuvieron hasta que construyeron una moderna edificación en la nueva extensión de la ciudad.

A propósito del caserón, que fuera acondicionado para albergar las aulas, capilla, economato, y otras dependencias, y al que se le anexaron el llamado cobertizo, y áreas de esparcimiento, cumplió su cometido, hasta que fue necesario agregar algunas instalaciones en la casa ubicada en la calle Hostos, donde hoy se encuentra la DNPM. Fueron en estos ambientes donde pasé mis ocho años de primaria, los que contribuyeron a darme parte de la formación que tengo, y la que mantendré hasta el último día de mi vida.

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Detrás se puede ver parte del ábside de la Iglesia del Convento, y el muro almenado que lo tapa.

A propósito de la casona colonial, antigua sede del Palacio Arzobispal hasta el 3 de septiembre de 1930, y primera sede del Colegio Dominicano de La Salle, no hicieron estos más que abandonarla para que le cayeran encima, piqueta en manos, demoliéndola totalmente.  Posteriormente, fue instalado un estacionamiento público, y más adelante construyeron una plaza sobre el estacionamiento.

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Plaza Fray Bartolomé de las Casas

“VARIAS CASAS VECINAS AL CONVENTO DOMINICO SE CONSTRUYERON EN LA PRIMERA MITAD DEL XVI”

Fray Vicente Rubio, O.P.

DE REGRESO A CASA

CONMEMORACIÓN DE LOS 50 AÑOS DEL RESTABLECIMIENTO DE LA

ORDEN DE PREDICADORES EN SANTO DOMINGO

Santo Domingo, 2004

“La construcción de edificios, vecinos al Convento de Santo Domingo, se inició en época algo temprana. Ya en 1535 hacía un tiempo que tenía construida su propia morada en la esquina de la Hostos con Padre Billini el ilustre señor don Melchor de Castro, escribano de minas.

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En la fecha señalada (1535) el citado Melchor ordenó hacer una probanza para que el rey le concediera privilegio de hidalguía en atención a sus buenos servicios y méritos. Reducíanse éstos, rigurosamente hablando, a dos: a ser él uno de los que a sí mismos se consideraban antiguos pobladores de la isla y a haber tomado parte en la persecución y captura de unos negros que se fugaron del ingenio del Almirante, don Diego Colón, y tras cometer diversas tropelías, algunasde ellas con derramamiento de sangre de ciertos inocentes, viéronse obligados a presentar batalla o escaramuza a sus perseguidores en la madrugada del 28 de diciembre de 1522.

En la nombrada probanza de 1535, Francisco Dávila, que solía tener muy buena memoria, afirma que: …Melchor de Castro…, ha labrado de piedra, haciendo casas en tres partes desta cibdad en casas que estaban comenzadas a hazer, e que le vido que en vn solar hizo otra casa de piedra dende los cimientos fasta la acabar, todas las quales que así labró… fueron buenos edeficios para habitar en ellas personas bien.

Juan Mosquera nos aprecia el asunto un poco más, ya que indica el sitio donde se erguían, por lo menos dos, de esos inmuebles: sabe que el dicho Melchor de Castro ha labrado en esta cibdad ciertas casas de piedra…, e que de dos pares de casas se acuerda que ha labrado y edeficado, que son harto buenas casas, las vnas que están en la calle de la Contratación, y las otras junto al monasterio de Santo Domingo desta dicha cibdad.

Todavía no he podido comprobar si esa vía pública que ahí se llama calle de la Contratación corresponde a la vía de Las Damas o al tramo de la actual Mercedes, desde su arranque en Las Damas hasta el corazón de Las Cuatro Calles. En documentos más antiguos consta precisamente que ese tramo inicial de Mercedes formaba parte de Las Cuatro Calles y era denominado a veces como una de Las Cuatro Calles.

En cambio queda claro que la vivienda de don Melchor de Castro se hallaba junto al monasterio de Santo Domingo.

Bartolomé Alonso es el que atestigua: … que especialmente se acuerda agora de dos pares de casas que el dicho Melchor de Castro ha edificado en esta dicha cibdad en la calle de la Contratación e al cantillo junto al monesterio de Santo Domingo desta dicha cibdad.

Con esta postrera precisión resulta evidente que una de las buenas moradas construidas por don Melchor de Castro es la sita en la esquina de Padre Billini con Hostos.

Esta inmediación al convento dominico fue lo que debió causar la amistad de don Melchor con los frailes hijos de Santo Domingo, hasta el punto de que él y su familia eligieron su sepultura en el templo conceptual de la Orden de Predicadores.

La espléndida vivienda que sigue en la acera norte de la vía pública que ostenta el preclaro nombre del Padre Billini es, a buen seguro, la casa de don García de Aguilar, secretario del virrey Diego Colón y ayo de su hijo, Luis Colón. Es una vivienda que puede ser considerada como típica de nuestro siglo XVI. Con razón supo elogiarla y analizarla con la frialdad del investigador nato y neto, el historiador alemán, Erwin Walter Palm.

Sólo tengo como fundamento para identificarla el hecho de que, declarando encierta causa el propio García de Aguilar, aseguraba que desde su vivienda podía ver a cierto individuo que estaba retraído, o sea, acogido al derecho de asilo, en el Convento. Ahora bien, la morada mejor desde donde podía contemplar a ese retraído sujeto, era precisamente ésa, que hace pared al medio con la de don Melchor de Castro. Su empaque señorial, su distribución, su elegante y pequeño patio, sus amplias habitaciones hacen de ella un hogar digno de quien ostentaba el cargo de secretario del primer virrey del Nuevo Mundo.

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Al igual que Melchor de Castro, este vecino suyo don García de Aguilar construyó a sus expensas una capilla propia en la iglesia conceptual de los dominicos, como lo pregonan, entre otras ejecutorias, sus escudos familiares. Aún subsiste la enorme losa de buen mármol que cerraba la boca de la bóveda sepulcral de su capilla.

Continuaba luego la vivienda de don Diego de Illescas, suegro del escribano y notario apostólico, Diego de Herrera, y hombre de paz y bien. Hoy presenta su fachada bastante desfigurada por tratamientos modernistas.

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Bien lo reconoce un texto de 1554, en que evocando cierto suceso que en una deellas tuvo lugar el 24 de junio de 1549, dice así: Si tienen noticia de las casas nuevas en que el dicho Francisco Bravo vivía, que son en la calle del monasterio de Santo Domingo, y de las casas del capitán Peña, que están al canutillo frontero a la casa donde bibía Francisco Tostado, etc.

CASA DE TOSTADO

Aparte de esta mención de las tres casas nuevas en ese lado de la Padre Billini y de saber quiénes las habitaban (el citado Francisco Bravo, Lázaro López de Salazar y el capitán Alonso de Peña, sustituido éste más tarde a causa del arrendamiento por el cirujano, licenciado Gutiérrez), el texto que acabamos de aducir tiene la importancia de que nos habla con claridad meridiana de la casa donde vivía Francisco Tostado, en este sector de la ciudad, aludiendo con ello ala única vivienda que entonces existía en esa cuadra, poseedora de la ventana ojival más bella que tenemos en nuestro Santo Domingo colonial. Este dato confirma que dicha casa de Tostado existía antes de mediar el siglo XVI. Lo cual corrobora la opinión de Walter Palm, cuando escribe: La casa parece ser de la tercera década del siglo (XVI).

NOTA DEL AUTOR

Por haber llegado Francisco Tostado a Santo Domingo en la expedición de Frey Nicolás de Ovando en 1502, no parece muy cierto que construyera su casa en la tercera década del Siglo XVI. Además, el detalle sobresaliente de la fachada, consistente en una ventana geminada, gótico isabelino, muy en boga en el siglo anterior, más bien confirma que la misma debió haber sido edificada en los primeros años del dieciséis, durante el período de gobernación de Ovando (1502-1509).

INCONCEBIBLE, PERO CIERTO

Los dominicanos hemos venido preparándonos para atraer un flujo turístico importante desde hace más de sesenta años. Aunque todavía nos falta bastante, de hecho hemos logrado algo con el turismo de playa.

Pero, sabemos que un solo atractivo, aunque sea el más importante, considerando nuestra situación geográfica, caribeña, no es suficiente. Nos ha estado haciendo falta una complementación. Que además de haberse puesto de moda en todas partes del Mundo, permite atraer un turismo más sofisticado, y que otros sectores se beneficien por  igual. Este otro atractivo es el Turismo Cultural. Del cual la ciudad capital cuenta con su principal recurso.

Llevamos casi cincuenta años tratando de fomentar ese recurso, del que la Ciudad Colonial es el principal. Pero resulta, que al paso que vamos, y los inconvenientes de orden institucional que tenemos, no parece que nuestra meta podrá ser posible si las actitudes no cambian.

Independientemente del desorden institucional, y de la falta de confianza que la ciudadanía, y los posibles inversores en ese tipo de turismo han sostenido, podemos decir, que no nos hemos estado portando de manera inteligente. Lo que ha estado sucediendo en el centro histórico capitaleño, y asuntos colaterales, nos hacen pensar de tal manera.

Uno de esos asuntos colaterales es el hecho de no disponer de algunas de nuestras principales atracciones en condiciones aceptables. Como es el caso, entre otros, que los templos coloniales permanezcan cerrados durante todo el día y la noche, solo exceptuando las horas en que se celebran misas por las mañanas.

Invito a las personas interesadas en el arte y la arquitectura colonial a darse una vuelta por donde estas se encuentran, y comprobarán, que solo la Catedral permanece abierta, y con un adecuado servicio de guía.

Advierto, eso sí, que no van a encontrar el lujo excesivo de los templos coloniales de Suramérica, sino unos austeros ambientes, repletos de paredes, bóvedas góticas, arcos y portales, hornacinas y adornos, todo de piedra labrada, y unos espacios propios de la arquitectura colonial.

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PINTURA EN EL VATICANO MUESTRA NATIVOS AMERICANOS

Esta es una traducción de un artículo publicado por “the two-way, escrito por Sylvia Poggioli.

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Durante casi 400 años, la pintura fue cerrada al mundo. Durante los últimos 124 años, millones de visitantes caa la obra si una escena fascinante.

Sólo que ahora, dice el Vaticano, un detalle en un fresco recién limpiado, del siglo XV, muestra lo que podría ser una de las primeras representaciones europeas de los nativos americanos.

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El fresco, La Resurrección, fue pintado por el maestro renacentista Pinturicchio en 1494, sólo dos años después de que Cristóbal Colón pisara por primera vez lo que llegó a ser llamado el Nuevo Mundo.

Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, dijo al diario vaticano L’Osservatore Romano, que después de haberse eliminado el hollín y la suciedad, puede verse, en el fondo, justo por encima del ataúd abierto desde donde Cristo ha resucitado, “hombres desnudos, adornados con tocados de plumas que parecen estar bailando”. La imagen encaja con la descripción de Colón, de haber sido recibido por hombres desnudos pintados de negro o rojo, danzando.

Alejandro VI se convirtió en Papa en 1492, sólo unos meses antes de Colón tocar tierra..

El historiador de arte Paolucci está convencido de todo el ciclo de frescos de Pinturicchio para los Apartamentos Borgia dentro del Vaticano se había completado a finales de 1494.

“El Papa Borgia estaba interesado en el Nuevo Mundo, al igual que las grandes cancillerías de Europa”, dijo Paolucci a L’Osservatore Romano.

“Es difícil creer”, dijo Paolucci, “que la corte papal Borgia estaría ajena a lo que vio Colón cuando llegó a los confines de la tierra.”

Por lo tanto, el historiador del arte cree, que las figuras del baile en La Resurrección de Pinturicchio podrían ser “la primera representación de los indígenas americanos.”

Enlaces del papa Borgia con el Nuevo Mundo no terminan ahí. Alejandro VI estaba ocupado en la redacción del tratado de Tordesillas, de junio 1494, que divide los territorios recién descubiertos..

El Papa Alejandro VI tiene un lugar destacado en la pintura. Él es la figura grande con ropas adornadas, y de rodillas, a la izquierda, con las manos apretadas, en oración.

Las figuras desnudas de Pinturicchio permanecieron olvidadas porque los Apartamentos Borgia fueron sellados después de la muerte del Papa Alejandro VI, en 1503. Su sucesor, Julio II, dijo que nunca viviría en las habitaciones del Papa que había manchado la reputación de la iglesia. Y Julio II, ordenó que todas las pinturas realizadas para los Borgiase cubrieran con crespón negro.

No fue hasta 1889 que los Apartamentos Borgia se reabrieron y dedicados a la exhibición de arte religioso.

PRIMERA CASA DE PIEDRA AL MODO DE ESPAÑA

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No puedo continuar mostrando lo que era, y lo que sigue siendo, el sector de la Atarazana, y su emblemática calle Atarazana, sin destacar su casa No.13, única de piedra, tanto por fuera como por dentro, de las que fueron restauradas en el año 1970.

Según expresara el Reverendo Padre Vicente Rubio, conocedor de la historia de la isla de La Española y, sobre todo de su capital Santo Domingo, esta casa de fachada sobria y sin pretensiones, y de interiores austeros, debió haber sido la primera casa de piedra, al modo español, construida en América.

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Al referirse a la primera casa de piedra levantada en Santo Domingo (150  ), el monje dominico e historiador recordó lo expresado por Fray Bartolomé de Las Casas, que esa casa se encontraba “propincua al desembarcadero”, que significa “más cercana o próxima” a algo. Y según confirmara el padre Rubio esa casa no podía ser la llamada Casa de Cordón, algo más distante del río, sino la de la calle Atarazana, que se encuentra a varios pasos del Ozama.

Otro alegato del sacerdote e historiador, que comparto, tiene que ver con el estilo tan acabado de la del Cordón, en momentos en que todavía no había en Santo Domingo suficientes alarifes capaces de construir, ni canteros para labrar una casa y un adorno como el que esta tiene. Entendiéndose, que los que trajo Nicolás de Ovando se encontraban laborando en sus casas de la calle Las Damas.

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De todas maneras, fuera o no la primera, la edificación en cuestión fue construida enteramente de piedra, sin pretensiones, y sin reconocimiento alguno. Y solo eso le da el valor histórico que no se le ha conferido.

SOLUCIONES PARA UNA MANZANA

RUINAS DE SAN NICOLAS (12)

No han sido pocos los que me han preguntado cuales son las razones por las que un conjunto de edificaciones coloniales, que conforman una manzana de la Ciudad Colonial de Santo Domingo haya permanecido ignorada. Hacía tiempo me despertaba cierta curiosidad. ¿Que ha impedido que esta sea rescatada integralmente? Para llegar a mostrar sus cuatro caras como lo que eran, originalmente, y ofrecer sus interiores para un disfrute de todos. ¿Hasta cuando los dominicanos seguiremos tan resignados, indolentemente, viendo el derroche de atención y de recursos a otros asuntos mucho menos importantes? ¿Cuándo todo continúe desplomándose? ¿O cuando aparezca otro Moneo?

Si repasamos la historia de lo acontecido durante los últimos cien años en el centro histórico más antiguo y, por ser pionero, uno de los de mayor relevancia de cuantos surgieron a raíz del la colonización del Nuevo Mundo, tendríamos que pensar, que las inquietudes de quienes se hacen esas y otras preguntas, habrán de ser respondidas algún día. Espero, que con acciones, y antes de que los políticos continúen metiendo sus hocicos, como lo han venido haciendo.

Me estoy refiriendo a la manzana comprendida entre las calles Arz. Meriño,  Mercedes, Hostos y Luperón, que se encuentra en el mismo corazón de la que originalmente se convirtiera en la primera capital del Nuevo Mundo. Y en la que su Gobernador, Frey Nicolás de Ovando, fundara el primer centro hospitalario en estas tierras de Indias: el Hospital de San Nicolás de Bari, cuyas parciales ruinas aún permanecen en pie, constituyéndose en uno de lugares con mayores posibilidades de convertirse en uno de los más atractivos y emblemáticos con que cuenta nuestra ciudad capital, no obstante los desaciertos, y el descuido, a que han sido sometidas, durante su larga existencia.

Comencemos por referirnos, precisamente, a esas monumentales ruinas, que originalmente dieron su nombre a la hoy calle Hostos. Recordemos lo narrado por los primeros cronista de Indias, y otros investigadores, que el fundador de la primera institución hospitalaria del Nuevo Mundo, el 29 de noviembre de 1503, fue el primer gobernador de Indias, y fundador de la ciudad de Santo Domingo. En un documento que se encuentra en el Archivo de Indias aparece un listado de los contribuyentes,  refiriendo: “que el dicho Hospital se hizo e fundó con bienes temporales y hacienda patrimonial del dicho gobernador… y de otros criados del Rey, y de alcaldes, regidores y vecinos de esta ciudad, y otros forasteros que luego fueron contribuyendo con sus limosnas y con cuyo acuerdo y parecer se hizo la dicha fundación”.

Interesante es la historia de esta monumental estructura, parte en ruina, y otra borrada desde sus cimientos. Pero como nuestro propósito no es el de continuar  analizando, pormenorizadamente,  su historia, en parte ya narrada, sino comentar lo interesante del contenido de la manzana en que esta se encuentra, concluiré con la memoria histórica de las centenarias ruinas, citando un párrafo de la insustituible obra Los Monumentos Arquitectónicos de la Española, del  historiador alemán Erwin Walter Palm, que dice: “Nada o apenas dañado durante el saqueo de Drake, el edificio sufre pequeñas restauraciones en 1756-1762 (en que se techa el pedazo de nave central del crucero…) y 1789 (en que por tener los cimientos en el aire amenazó ruina. ) Luego decae – en 1821 ya es una ruina – y, después de una breve rehabilitación en tiempos de la Anexión a España, es demolido a principios de este siglo (1911)”.

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Lo que Palm no especifica en su interesante narración (1955) es que dicha demolición fue parcial. A lo que hay que agregar, que nunca se debió llegar hasta donde se llegó en 1911. Que muy bien pudo haberse consolidado lo que quedaba en pie, que era casi todo, y mantenida  su estructura como se han logrado mantener tantos monumentos en todas partes del mundo. Pero aquí no, en aras del llamado “progreso” y, por qué no, de intereses particulares,  había que aprovechar parte de sus restos para completar la nivelación de las calles de la ciudad, nunca antes hecha y, por otro lado, hacer espacio para construir el templo dedicado a Nuestra Señora de La Altagracia, Madre Espiritual del pueblo dominicano. Obra que muy bien pudo haberse erigido en otro lugar de la entonces casi despoblada ciudad amurallada. Y no, precisamente, en un área tan venerable como el que fuera escogido.

Pero, como no todo fue barrido por tan devastador “terremoto” humano, afortunadamente, quedó en pie, además de los cimientos del cuerpo central, y partes todavía erguidas, que conocemos, una pequeña porción, que fuera fusionada a la nueva estructura eclesial en su extremo nordeste. Lo que hube de comentar en mi reciente artículo: MI PARTICIPACIÓN (4/9/2015), objetivo que afortunadamente está en vías de develarse.

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Conjuntamente con las históricas ruinas y el templo Altagraciano, comparte la Manzana otra edificación de la misma época. Una casona que fuera restaurada  y habilitada para desempeñar las mismas funciones de hace unos cuantos años. Si se hubieran detenido a observar algunos elementos arquitectónicos de la fachada correspondiente a esa casona, que alberga el nuevo Hotel Francés, antes de su desplome, se hubiera podido advertir la existencia de ciertos elementos arquitectónicos en su fachada, que guardan relación con otros del Hospital de San Nicolás. Lo que hace suponer la participación de las mismas manos que trabajaron en este. Cuando menos, los mismos canteros. Primeros de los traídos a América por Frey Nicolás de Ovando.

La fachada de mampostería (obra de albañilería hecha con piedra irregular unidas con argamasa), y algunos elementos de cantería y ladrillería, al estilo Mudéjar, en su interior, nos permiten deducir que estábamos frente a una de las primeras y principales edificaciones de su época en la Ciudad Primada.

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Tenido ya escrito este artículo, aguardando el momento oportuno para publicarlo, sucedió el lamentable accidente, mediante el cual se desplomó toda la crujía frontal de la edificación, desapareciendo con él huellas de inestimable valor para la historia de la arquitectura colonial en América, que se conservaban en su interesante fachada, y contribuir con el resto de los elementos histórico arquitectónicos, para darle forma al proyecto al que nos estamos refiriendo.

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Continuando nuestro recorrido por la Manzana No.332, del Distrito Catastral No.1, del Distrito Nacional, nos encontramos con una docena de casas, igualmente pertenecientes al Siglo XVI, colindantes con las ruinas del hospital, cuyos frentes dan hacia la calle Arzobispo Meriño, antigua Real de las Canteras, que muestran sus descompuestas fachadas, camufladas durante el Siglo XX, dando la impresión de pertenecer a esa centuria. Muros recubiertos de pañete cargado de cemento; desfiguraciones por doquier; vanos de puertas dispuestos al estilo de esa época, unos sobre otros; balcones de concreto, volados, y cubiertos con aleros de metal; y antepechos sobre las deformadas cornisas, causan la impresión de lo que realmente no fue.

Últimamente hemos visto que se están realizando intervenciones en algunas de las fachadas. ¿Corresponderán a los fachadísticos trabajos del Ministerio de Turismo, o a que ya comenzaron las perturbaciones propias de los dominicanos, en momentos en que ya no es posible soportar más?

Si nos adentramos a los interiores, cuyos ocupantes hacen lo posible por impedirlo, apreciaremos que las condiciones arquitectónicas cambian, notablemente. Que de hecho, son edificaciones antiguas, que estudios realizados hace algún tiempo demuestran que nos encontramos frente a estructuras levantadas en los albores del Siglo XVI, contemporáneas con el Hospital, con el que colindan, y con el Hotel Francés, al igual que de otras, recientemente restauradas, admirablemente, en su entorno inmediato.

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Las casas a las que me refiero permanecen, no solamente semi abandonadas, descuidadas y amenazando ruina, sino ofreciendo una deprimente oferta ambiental y visual. Estamos seguros que con una adecuada restauración, y puesta en valor bien concebida, este conjunto arquitectónico, conjuntamente con las ruinas del Hospital, consolidadas y ambientadas como Dios manda, bien presentadas y administradas; con el templo de Nuestra Señora de la Altagracia, corregidos algunos desperfectos, efectuado lo que era necesario hacer en la capilla que se conserva y, de ser posible, climatizado, como corresponde, y con el elegante y tradicional Hotel Francés, una vez reconstruida la crujía, aunque jamás podrá ser igual a la desaparecida, habrá de aportar una cuota de inestimable valor al realce y dignificación  de nuestra ciudad capital, que cuenta con la Ciudad Colonial, como su principal componente, para convertirse en una verdadera meca turística de la región del Caribe.

Solo dos estructuras de la Manzana, pertenecientes a épocas recientes, una, diseñada por el Arq. Antonio Ocaña, que fuera considerada, en su momento, como un admirable ejemplar de arquitectura moderna, que ocupa la esquina noroeste de la intersección de las calles Arz. Meriño y Luperón, desfigurada hace algún tiempo, y otra, de poco valor arquitectónico, pero de una complementariedad necesaria, como es el edificio de apartamentos construido en las primeras décadas del pasado siglo XX, en la calle Mercedes, entre el templo Altagraciano y el Hotel Francés, que muy bien podría convertirse en anexo de este último, o manteniéndolo como lo que es, rescatado, actualizado, y puesto en valor.

Un singular ejemplar de lo que nunca debió haberse permitido, ubicado en el lado sur del Hotel Francés, habría que hacerlo desaparecer, al igual que otros dos adefesios que se encuentran entre el actual estacionamiento de las Ruinas de San Nicolás, y el edificio Ocaña,  cuyo excelente espacio podría ser aprovechado para construir un gran estacionamiento soterrado, cubierto con una hermosa plaza, que podría ser dedicada al Comendador Frey Nicolás de Ovando.

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La descripción de la manzana que he narrado la hago con la esperanza de que contribuya a incrementar el débil grado de conciencia de nuestra colectividad nacional, de lo que poseemos los dominicanos. Y que cuando las autoridades correspondientes traten temas de inversión para la ciudad capital, tengan presente la actividad cultural. Y no solamente, la relacionada con las manifestaciones artísticas, editoriales, y de otras índoles, semi abandonadas, sino, igualmente, con las que constituye nuestro patrimonio cultural edificado, muy particularmente con el que guarda relación con nuestra historia y nuestras tradiciones, como ninguna otra. Respetando siempre el orden institucional.

De este proyecto fue elaborada una presenación por parte de los arquitectos Omar Rancier, Luis Guzmán, y Pablo Morel, de GMR Oficina de la Ciudad, C por A, en coordinación con la entonces Oficina de Patrimonio Cultural (OPC) (1997. Al no serme posible agregarlo a este artículo, está a la disposición de quien desee verlo.

INESPERADA SORPRESA

No recuerdo cuanto tiempo hace que me referí por vez primera a la Capilla de Nuestra Señora de La Altagracia que se encuentra embutida en el templo moderno, dedicado a la Madre Espiritual de nuestro país. Pequeño trozo de edificación que perteneciera al histórico Hospital de San Nicolás, que fuera respetada de las bárbaras demoliciones de principios del pasado Siglo XX, y adosada, por los mismos demoledores, al nuevo templo.

El pasado día 28 de agosto, me volví a referir al mismo tema, esta vez, a propósito de unos trabajos que se habían iniciado recientemente, que no dejaron de preocuparme. Cuando vi lo que estaban haciendo, me quedé pensando en ¿qué estarían por hacer los responsables de lo que aparentaba ser el inicio de unas obras? y ¿quién, o quienes, serían los responsables de dirigirlas? Y otras más.

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¡Qué coincidencia¡ me dije. No obstante saber lo que estaba ocurriendo en la Ciudad Colonial, desde hace un tiempo, no me había pasado por la mente que se atrevieran a repetir lo mismo que han estado haciendo con decenas de casas particulares, convertidas en sepulcros blanqueados, o coloreados. Las diferencias abismales que existen entre estas y el templo Artagraciano, son de tal magnitud, que no podía pensar que se atrevieran tanto, aunque la verdad es que ya se han hecho bastantes, hasta llegar a provocar el desplome de la fachada gótica del Hotel Francés.

El atrevimiento me fue revelado a los pocos días de iniciados los trabajos, y de salir publicado mi artículo. Después de un largo tiempo sin saber de Marino Lemebert tuve un sueño con el arquitecto que llegara a formar parte del staff de la Oficina Patrimonio Cultural (OPC), de 1996 a 1998. Sueño que me dejó perplejo, entre otros motivos por el tiempo que no supe de él. Al día siguiente recibí una llamada en la que me dijo, don Manuel, es Marino. ¿Marino qué?, le contesté sorprendido. Muy particularmente, por lo extraño del sueño y de su llamada al día siguiente. Es su amigo Lembert, me contestó, iniciándose un interesante diálogo, que no dejó de producirme cierto asombro.

Una vez hube de salir del mismo, le pregunté que había sido de él, que cuales eran sus planes. Siendo su respuesta, que prefería contestármelo personalmente. Pero, me adelantaba la responsabilidad que había asumido, haciéndose cargo de las obras de la Iglesia de La Altagracia. Y que deseaba conversar con migo sobre ello. En seguidas pusimos la fecha en que nos veríamos. Terminada nuestra conversación no pude menos que decir en mis adentros, ¡Que es esto¡ Un artículo en mi blog, un sueño incomprensible, una llamada y, finalmente un encuentro, que se produjo dos días después.

Nuestra conversación fue tan larga como interesante. Acompañado de su esposa, la también arquitecta Ruth de Lembert, recordamos tiempos pasados. A seguidas, Lembert me expuso los planes que tenía, y su compromiso con los mandantes, y con su consciencia. Después de enterado de lo que le sucedería a una pequeña parte de un monumento de primer orden, y de haberle confesado mi preocupación, y darle mi opinión, nos despedimos, quedando en volver a encontrarnos. Esta vez in situ. Lo que se produjo al día siguiente.

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Antes de concluir este relato me tomé el trabajo de volver a pasar por la Iglesia de La Altagracia, y ver como se desarrollaban los trabajos. Para mi satisfacción pude ver que los mismos estaban saliendo como lo hubimos de consensuar en nuestro encuentro.

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No puedo concluir este relato sin decir lo que pienso del Arq. Marino Lembert. A quien conocí cuando hube de concederle un empleo como arquitecto en la Oficina de Patrimonio Cultural (OPC). Y quien, después de dos años tratándolo, me impresionaron sus conceptos de la dedicación que pondría como restaurador de monumentos, su forma respetuosa de conducirse, y el empeño que puso en demostrarlo.

Después de haber tratado a no menos de una docena de jóvenes arquitectos, a quienes me sentí muy complacido de haberles dado la oportunidad de participar en el programa de la OPC, y de tratarlos como amigos, no subalternos, no he tenido la satisfacción, no solo de volver a verlos, sino de recibir una sola palabra de agradecimiento. Algo que parece mentira. Pues sí.

Ahora, pasados esos momentos, seguiré pendiente del curso de los trabajos, como si fuera yo mismo que los tuviera dirigiendo. Seguro de que Marino Lembert lo aceptará de buen agrado. Del mismo agrado que tuvimos la dicha de experimentar cuando llevábamos a cabo las obras de restauración de la casa de la calle Luperón. La misma que disparatadamente le fuera entregada en usufructo a la UNESCO. Y que terminara como la fiesta de los monos.

LA CASA DEL CORDÓN

Si de algo deberíamos sentirnos orgullosos los dominicanos, tratar de cuidarlo, protegerlo, y utilizarlo convenientemente, no es de otra cosa que la riqueza monumental de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, Primada de América. Única en ostentar edificaciones de estilo gótico en el Nuevo Mundo.

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De la misma forma que hemos sabido darle un uso adecuado al Alcázar de Colón, a las Casas Reales, y a la Casa de Tostado, como museos, a la casas de Nicolás de Ovando y Francisco Dávila, para un hostal de cinco estrellas, y unos cuantos monumentos coloniales más, constituyéndose en lugares capaces de mostrar nuestra historia y albergar o entretener turistas, con lo que se cubren los gastos de mantenimiento, y conservación, es de extrañar que la valiosísima Casa del Cordón (1503), primera edificación de piedra al estilo español que se construyera, no solo en la Ciudad Primada, sino en el Nuevo Mundo, construida por Francisco de Garay, y en cuyas estancias se alojaron los virreyes Diego Colón y María de Toledo, en 1509, y tantos otros importantes personajes, no esté prestando un servicio adecuado a su estatus monumental, después de haber sido restaurada y puesta en valor por el gobierno dominicano, hace más de cuarenta años.

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Actualmente, la Casa del Cordón alberga una sucursal del Banco Popular Dominicano. Aunque el gobierno, presidido por el Dr. Joaquín Balaguer, en el año 1974, se la facilitó, con el único propósito de instalar la sede ejecutiva de dicho Banco. Para lo que Gobierno y Banco subscribieron un acuerdo mediante el cual la institución bancaria aportaría los recursos requerido para el proyecto, y usufructuaría el inmueble por un lapso determinado, libre de pago.

Transcurría una mañana del año 1973, el señor Alejandro Grullón se presentó en mi oficina. En aquel entonces lo hacía a menudo. Siempre apoyó lo que hacíamos en la OPC, y deseaba la Casa del Cordón para instalar la sede ejecutiva del Banco Popular Dominicano, dejando las oficinas y la agencia bancaria donde se encontraban. Al entrar a mi despacho me dijo, compungido, que el Presidente Balaguer se había negado a su idea. Que buscara otra casa, que no fuera la “Primara Casa de Piedra de América”.

Tan pronto me fue posible fui a ver al Presidente. Al tratarle los temas  pendientes, aproveché para comentarle lo que Alejandro Grullón me había referido. A lo que el Presidente me lo confirmó. Seguro como estaba yo de los beneficios del proyecto, le rebatí, diciéndole, que en mis viajes a España había visto varios importantísimos palacios antiguos, algunos con valiosas historias, ocupados por agencias de diferentes instituciones privadas, algunas de estas como cajas de ahorros. Que a mí me parecía una buena idea, entre otros motivos, por el hecho de que así se aseguraría la estabilidad y el óptimo mantenimiento del monumento. Además de ahorrarle al gobierno recursos que no disponía.

Al término del encuentro, el Dr. Balaguer, haciendo uso de su enorme capacidad ejecutiva me dio su aprobación. Y así fue como se iniciaron los trabajos de gabinete, y, sin pérdida de tiempo, las obras de restauración, y ambientación del monumento. Sin que con ello dejara de ser la Primera Casa de Piedra de América.

Fue tal la ilusión de todos los que participamos en el proyecto, que con fines de que la casona adquiriera el valor histórico anhelado, hicimos un viaje a España, acompañando al presidente del banco, con el propósito de adquirir algunos muebles y objetos decorativos que la enriquecieran. Al concretar lo del viaje, le sugerí a Grullón que debíamos llevar al Arq. Teódulo Blanchard, a quien le habíamos confiado la conducción de las obras. A la negativa de este, tuve que hablarle claro, lo que lo convenció. Y así hicimos el viaje.

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Al acto de inauguración asistió el Presidente Joaquín Balaguer, quien hizo entrega de las llaves de la casa al señor Alejandro Grullon. Realizándose a seguidas, un recorrido por las diferentes estancias.

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A la izquierda el Arq. Rafel Calventi mostrando su proyecto de la Torre Popular.

Lo que demuestra, que desde entonces se contemplaba trasladar las oficinas ejecutivas a la misma.

CAMBIO DE PLANES

Lamentablemente, lo acordado dejó de cumplirse al poco tiempo. Las oficinas ejecutivas fueron trasladadas a la nueva torre y, a su vez, la monumental estructura fue utilizada para celebraciones diversas. Más adelante, dicho uso fue sustituido por una sucursal del Banco Popular, que a juicio de entendidos no se compadece con la importancia del monumento. Y así lleva muchos años, durante los cuales solo se permite visitar algunas parte del primer piso. En condiciones muy diferentes a las que se ofrecían originalmente.

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¿Podría el gobierno dominicano revisar el acuerdo, y ponderar la situación en que se encuentra lo acordado en 1974? Lo ideal sería que el Banco Popular, ya vencido el contrato, desde hace tiempo, desocupara el monumento, y el gobierno sopesara alguna propuesta más conveniente a los intereses nacionales, tanto en el orden cultural como turístico.

De esa manera, se le darían usos apropiados, no tan solo a la Casa del Cordón, sino a la Torre del Homenaje, a las Atarazanas Reales, y otros monumentos que permanecen vacíos a la espera de mostrar sus valiosos atributos de primacías engalanados con algunas exhibiciones.

MONUMENTOS DECORADOS CON EL CORDÓN FRANCISCANO

Un cordón similar lo encontramos en la entrada del Monasterio de San Francisco, junto al templo franciscano en la Ciudad Colonial, que se encuentra arrabalizado, y sin que se permita acceso a visitantes.

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Con el propósito de llamar la atención, tanto a la ciudadanía, como a posibles inversores, he traído unos cuantos ejemplos de otras Casas del Cordón, que se encuentran en España, y el único que he podido encontrar en América, situado en Michoacán, México. En la obra NOTICIAS PARA FORMAR LA HISTORIA Y LA ESTADÍSTICA DEL OBISPAFO DE MICHOACÁN (1860), su escritor, Fray José Guadalupe Romero, dice: “En el curato hay gran número de cofradías tanto en las parroquias como en los conventos; las principales son la del Santísimo Sacramento… la del Cordón en el Tercer Orden…”

De esta Casa del Cordón mexicana, única de las que pude encontrar, muestro dos fotografías. Como descripción dice: “Puerta de acceso, cuyo perfil recuerda las portadas que en Angahua (Michoacán) se ejecutaran durante la evangelización en el S. XVI. Una adición fue el cordón que enmarca el escudo familiar.”

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En España, donde hemos encontrado varias Casas del Cordón, empezamos en Burgos, con el Asador tradicional ubicado en una de las casonas más significativas de la villa de Castrojeriz. “La Casa de Cordón es una casa del siglo XVI de interés turístico, con ambientes interiores muy cuidados que ayudan a degustar los placeres culinarios que aquí se prepara el plato estrella, el lechazo asado de Castilla y León, preparado de forma tradicional en horno de leña.”

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La comúnmente llamada Casa del Cordón es una casa monumental o palacio situada en la calle Cuchillería del Casco Viejo de Vitoria (España). Debe su nombre al cordón de la orden franciscana sobre el arco de una de las entradas gemelas de la casa.

Este bello ejemplar de arquitectura gótica civil del Siglo XV, fue residencia de paso de figuras ilustres de la época como Felipe el Hermoso y su esposa Juana la Loca. Fue en este palacio donde el 22 de enero de 1522 le llegó a Adriano de Utrecht la noticia de su nombramiento papal 13 días antes. El futuro Adriano VI permanecería en la capital alavesa poco más de un mes, ejerciendo como regente de España y preparando a Navarra para la defensa frente a la invasión francesa.

Tras un complejo trabajo de rehabilitación, actualmente el edificio alberga numerosas exposiciones con un marcado carácter didáctico. Así, el público puede visitar exposiciones sobre el mundo de la cultura autóctona, la historia, la naturaleza, la artesanía, el folklore, la mitología, etc.

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Los Condestables de Castilla, Pedro González de Velasco y Mencía de Mendoza levantaron en Burgos su palacio, llamado hoy Casa del Cordón. Desconocemos las dependencias interiores pero todo hace apuntar a que serían amplias ya que en ellas se alojaron los Reyes Católicos.

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A continuación se podrá apreciar varias fotografías de Casas del Cordón en diversas regiones de España. Nótese, que el cordón ha sido tratado de formas diferentes. Pero, siguiendo el mismo concepto representativo de un cordón franciscano.

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Todos estos monumentos civiles han sido utilizados para albergar una diversidad de instituciones culturales, cuando no empresas relacionadas con la banca, o actividad turística. Tales como paradores, hostales, restaurantes, entre otros.