AÑO 1973

Arribando al 50% del tiempo que me fuera permitido permanecer al frente de la Oficina de Patrimonio Cultual (OPC), y deseoso de que hayan comprendido, o asimilado, lo que he querido estar diciendo en mis lucubraciones, reciban esta, correspondiente al año 1973. Narración, que al igual que las anteriores, me ha servido para dar a conocer parte de la verdad de todo el proceso que tuve la satisfacción de emprender como contribución al desarrollo de mi patria. Verdad que ha sido manipulada y desestimada, tanto por funcionarios de los gobiernos que han pasado, como por la  individualidad ciudadana, que a decir verdad los profesionales que se han querido ocupar de la misma  no han hecho  más que pontificar.

De igual manera, me complace traer unas cuantas líneas, virtualmente, permitiendo que mi trabajo haya sido comprendido, a propósito de las contradicciones que se empezaron a gestar a partir de la misma fecha en que el presidente Balaguer puso sobre mis hombros la responsabilidad de emprender, y continuar, mientras él ocupara las riendas del poder, manteniendo sobre sus hombros lo concerniente a las argucias políticas, que él sabía se iban a desarrollar de parte de aquellos que no supieron escoger el mismo camino que yo, gestionando sus propuestas directamente con el gobierno.

El año 1973, pletórico de buenos augurios para los que nos encontrábamos inmersos en los avatares de la vida, me dio pié para que nuevas obras se empezaran a desarrollar, y nuevos adeptos de la ciudadanía se fueran percatando de lo que se estaba contemplando a diario.

  Barriada entre los sectores de La Atarazana y Santa Bárbara, como se encuentran todavía.

Como le empezaba a suceder a espíritus como el de doña Marcela, una especie semejante a la de María de Toledo, que venciendo sus graves dolencias no podía dejar de disfrutar lo que ella, tan subliminalmente, lo pudo hacer, y dejar por escrito para tratar de contribuir a fomentar el entusiasmo citadino, que con lo ruinoso del mismo se habían espantado de cuerpo y alma hasta el más ignorante de los mortales.

Las transformaciones resultaron tan fenomenales que no había día o noche que no desfilaran por esos patios, todavía a medio engalanar, grupos de visitantes, nacionales o extranjeros. Unos, al enterarse de su existencia por las razones expuestas, y otros traídos por agencias de viaje, o atraídos por rumores que empezaban a circular a raudales.

  

Esta casa es la que está en la esquina sureste de las calles El Conde e Isabel La Católica. Que por una de esas jugadas de la política dominicana terminó albergando la Casa del Abogado. Si, por una complacencia del presidente Balaguer al doctor Antinóe Fiallo, entonces presidente de la Unión Cívica Nacional, el sueño de convertirla en otro hostal turístico que hubia comprendido la cuadra completa fue a parar a la colección de otra frustración. la de la política.

 

Lamentablemente, la ciudadanía no estaba debidamente preparada para respetar lo que se estaba haciendo. Construcciones que violaban las autorizaciones oficiales, muy particularmente, en lugares desfigurados por gente que no reunía las condiciones para habitarlos, se dieron a la tarea de continuar haciendo lo mismo.

Pero lo mismo también continuaba en lugares en los que se habían puesto los ojos, y se trató de ejemplarizarlos. Fue así como en términos de un año el cambio que se operó en la calle Atarazana, primero, y Vicente C. Duarte, a seguidas, y la excelente intervención de las monumentales Atarazanas Reales, el proceso causó la impresión de verse obligado a cambiar de rumbo. La poderosa fuerza barrial vs los recursos del gobierno, produjo la victoria de la primera. Solo hay que darse una vuelta por la barriada de Santa Bárbara, en la que afortunadamente está siendo atendido con la intervención del templo dedicado a la imagen de la Santísima Virgen.

A propósito de dicha barriada es imperdonable que siendo una de las pioneras de Santo Domingo llegara hasta nuestros tiempos (Siglo XXI) en  las actuales condiciones.  Yo recomendaría a quienes están dedicándole parte de su tiempo, que se den una vuelta, y escriban al gobierno pidiendo se haga algo, entre otros proyectos, conjuntamente  con LA NEGRETA.

  

Me habrán oído decir hasta el cansancio, lo que para mí representó en su momento el Sector de La Atarazana. Las calles Atarazana y Vicente C. Duarte (hasta ahí llegamos), encabezado por las Atarazana Reales. Y por supuesto, una de las casas del conjunto, cuya construcción totalmente de piedra, y sus improvisados detalles arquitectónicos que la distinguen de las demás. Pero, no solo a mí me conmovieron las manifestaciones de elogios, desde diversos puntos de vista. Personalidades del mundo artístico, empresarial, literario, publicitario, entre otros, dejaron plasmado su entusiasmo, hasta hacernos creer que sería eterno.

Ejemplos de ello fueron las diversas manifestaciones personales y empresariales, como fuera la carta que nos dirigiera el empresario Pierre Cardan, entre otras.

Quiero hacer saber, que esta publicación la tuve que hacer bajo los efectos dolorosos producidos por una caída y su lamenble secuela. Espero encuentren los mismimos valores documentales que he querido espresar. Igualmente, que de serles posibleme expresen sus valiosas opiniones, que de algo me serviran . Gracias,